Intalación: Estancias de silencio, por Asución de Álvaro
Instalación espacial de ocho estancias que invitan al espectador a iniciar un recorrido físico y mental por cada una de ellas, a recorrer el espacio, pararse en cada estancia cuanto desee, sentarse para leer los textos que se le ofrecen en cada estancia, reflexionar sobre lo sugerido en ellos, dejar, si lo desea, constancia escrita de sus propias certezas, dudas o vivencias personales al respecto de cada tema y tumbarse al finalizar el recorrido para pensar unos minutos en silencio antes de abandonar el espacio.
Penetrar un espacio, caminar por él, recorrerlo, atravesarlo, ocuparlo y habitarlo durante un tiempo es apropiárselo, llevarlo consigo y dejarlo transformado a su paso. En su conjunto las estancias trazan un camino de liberación personal sugerido por textos y reflexiones filosóficas que conduce desde las cinco primeras que representan variantes del silencio opresor a las tres últimas de silencio autoimpuesto que culminan en la estancia final: vida y silencio, que invita a abrazar el silencio para encontrar el sentido de nuestra vida y conseguir la serenidad y la calma tan necesarias en el convulso mundo en que vivimos.
Asunción de Álvaro Betino
Soy una artista novel, a pesar de mi edad. Inicié esta andadura en 2011, al cumplir los sesenta años, dejando atrás veintiocho años de profesión docente en Enseñanzas Medias (E. Secundaria), para graduarme en Bellas Artes (2011-2015).
Mi trabajo artístico es conceptual y muy ligado a la idea de Arte-vida mantenida por Fluxus en los años sesenta y setenta del pasado siglo. Mi experiencia vital como mujer ha marcado bastante mis producciones y es desde esa posición desde la que hablo y me expreso, desde donde reflexiono sobre el paso del tiempo, la memoria personal y colectiva y la realidad que nos envuelve.
Me apropio de objetos familiares encontrados, verdaderos contenedores de tiempo y memoria, y los intervengo para resignificarlos; también de palabras escritas o pronunciadas por otras personas, palabras que reagrupo, reproduzco, tacho, bordo aportándoles nuevos significados además de textura y color. Intervengo libros que, tras la intervención quedan transformados y comienzan a cumplir otra función diferente de la función para la que fueron creados. Creo situaciones extrañas en lugares públicos con la presencia de mi cuerpo en el espacio interactuando con otros cuerpos en piezas de arte de acción en las que la palabra hablada suele ser protagonista. Conversar es también una forma de arte, nos decía el maestro Joseph Beuys. Y con esa idea realizo talleres que concibo como laboratorios de pensamiento y acción que activan la comunicación y la creatividad transformadora. Practico el ensamblaje, reagrupando objetos o ensamblando objetos y palabras con una actitud cercana al detournement situacionista, Incorporo las técnicas del tejido y el bordado como técnicas escultóricas.
Entre los materiales artísticos que recurrentemente utilizo están el propio cuerpo, presente el espacio en piezas de arte de acción (Regreso al gris, 2017; Viaje a los infiernos, 2018) o en talleres (La caja de las palabras, 2015; Al hilo de la conversación, 2017; Taller de pintura creativa para niñ@s, 2018-2019). Utilizo el lenguaje como material escultórico y la palabra hablada o escrita aparece negada en algunas piezas tachada en Perlas de Fray Luis, (2021) y presente en muchas otras, bien como un elemento sonoro en Caja de la Memoria, (2012) y Sine macula amo te, (2021) o bien como elemento visual cargado de color y texturas que aporta sentido y se acerca a la realidad personal y colectiva desde una perspectiva crítica (Primera persona, femenino, singular, 2020; ¿Mea culpa?,2020; Sueño de novia, (2021), Y si dijéramos No, 2022, entre otras. Otro material muy presente es el hilo, símbolo de la vida, el hilo que hilan, tejen y cortan las Parcas, hilos que se insertan en la tela como puntada subversiva (Rozsika Parker) y bordan palabras que aportan textura, color, tiempo y significado a mis trabajos artísticos; a veces, simplemente cuelgan como elementos móviles que soportan palabras que mueve el viento (El dorado del siglo XXI, 2017) o descansan en el suelo ensartados en abalarios (Carta de ajuste: ajustes a la carta, (2012-2022).
Decía Shopenhauer que el único camino que nos permite escapar de la miseria de la vida es el arte, también decía que el mundo es mi representación de él, palabras que hago mías. El arte se ha convertido en mi particular forma de vivir el último tramo de mi vida. El arte me interesa por su potencial transformados, no me interesa como mercancía, ni como elemento decorativo o simple espectáculo o simulacro, que diría Baudrillard, quien pensaba que la miserable condición humana de la sociedad contemporánea exige su transfiguración pues el mundo agoniza y ha de agonizar hasta el milagro de la transfiguración. El arte, a pesar de lo duro y crítico que con él se muestra, es para Baudrillard reafirmación de la vida, una posibilidad de transfiguración del mundo, ilusión positiva de la escena operativa y simbólica del mundo. Pues como afirma Paul Beatriz Preciado en su subversivo, Texto Yonqui (2008), no solo la ciencia tiene poder performativo, el arte y el activismo se parecen a las ciencias de laboratorio, tienen el poder de crear, describir, descubrir o representar artefactos. El arte, la filosofía o la literatura pueden funcionar como contra-laboratorios virtuales de producción de realidad.